2.7.12

Historias mínimas: La imagen en el espejo

A los veinte años escribió sus memorias. Entonces, comenzó a vivir. Se justificaba:
- Si yo espero a tener setenta años para escribir mis memorias, me voy a olvidar de mucho y a mentir más. Escribiéndolas de inmediato serán más fieles y tendrán la gracia de las cosas frescas.
Lo que vivió después de esto no fue precisamente lo que constaba en su libro, aunque se esforzase en vivir lo contado sin retroceder ni siquiera ante lo más desalentador. Pero los hechos no siempre correspondían al texto y, para ser franco, diré que muchas veces lo contradecían.
Queriendo ser honesto, pensó en rectificar sus memorias a medida que la vida las contrariaba. Pero esto sería una falsificación de lo que honradamente pretendiera (o imaginara) debía ser su vida. Él no había fantaseado nada. Puso en el papel lo que le parecía natural que sucediera. Si no había sucedido era ciertamente traición de la vida, no de él.
Con la conciencia en paz, ignoró la versión de lo real opuesta a lo real prefigurado. Su libro fue adoptado en los colegios, y todos reconocieron que aquél era el único libro de memorias totalmente verdadero. Los espejos no mienten.
Carlos Drummond de Andrade.

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