28.6.11

Grandes fotografos , una seleccion de Juan Jose


Con mucho orgullo puedo contar que un ex alumno Juan José Gallardo anduvo por el Cens dando una charla sobre fotografía. Pero además con ese mismo orgullo quiero compartir este videito que preparó para la clase con lo que el considera sus maestros en la fotografía.
Pueden ver los trabajos de Juanjo en http://moldeandolaluz.com/profile/JuanjoGallardo y compartir una crónica de su visita en nuestro blog http://comunicarte44.blogspot.com/2011/06/visita-de-juan-jose-gallardo-al-cole.html

Untitled from j eduardo martinez on Vimeo.

21.6.11

Escribir a mano




"Escribir a mano es como andar a pie. Tiene un encanto limpio y saludable" afirma el escritor Hector Abad Faciolince en una nota reciente. Para luego confesar que escribe primero a mano "y con letra pegada" en libretas para luego pasar en la computadora.
Pero en estos ejercicios aerobicos no está tan solo el colombiano, muchos de sus colegas argentinos también eligen la caminata antes que moverse en máquinas, por lo menos como una forma de primer contacto con las ideas. Ahí está por ejemplo Abelardo Castillo, autor de El que tiene sed entre otros libros, que tiene por costumbre escribir por las noches en cuadernos cuadriculados confeccionados él mismo usando un lápiz (odia los bolígrafos), sobre su escritorio y rodeado de cientos de libros.U na vez que terminó su caminata y cree que el texto está avanzado, lo pasa a la computadora. Sin embargo Castillo bien podría postular a maratonista porque confiesa haber escrito hasta 18 horas seguidas cuando la inspiración lo devora.
Y los ejemplos siguen: Leopoldo Brizuela produce las primeras versiones de sus relatos a mano en desorden utilizando cuadernos y papeles sueltos acumulandolos en su escritorio. Solo cuando el texto ya tiene un esqueleto, lo pasa a la computadora. También Pablo De Santis prefiere trabajar en cuadernos escolares Laprida, Rivadavia o Gloria haciendo primeras versiones de sus trabajos y luego llegar al teclado. Otros escritores como Alan Pauls es sumamente exigente en los instrumentos que usa para tomar las notas, solo lapiceras fuente y no boligrafos, tal como cada uno elige su mejor calzado para caminar.
Estos son solo algunos ejemplos de las formas de trabajo de escritores que eligen la escritura a mano como una forma de relación temprana con sus textos, escribir cuadernos de notas, libretas, papeles sueltos son el equipo para luego pasar a otras herramientas.
En esta época de sobreabundancia de herramientas los periodistas han abandonado el cuaderno de notas por otras herramientas, pero quizás esto no sea del todo bueno. "El medio con el cual escribimos no es neutral. Al escribir a mano, me doy cuenta de que mi imaginación, que es tan escasa, se libera un poco." dice el periodista chileno Pablo Rámirez en una reflexión obligada por el desperfecto de su pc. Si la escritura en computadora da la impresión de agilidad y movilidad para Rámirez esto "Es la paradoja de la abundancia y la comodidad: mientras mayores son las potencialidades y recursos que ofrece el medio, mayor es la pereza y la trivialidad de los resultados. "Copiar" y "pegar" son palabras que le han hecho bastante daño al periodismo, y no menos a la literatura y al pensamiento".
Un anónimo comentarista al pie de su nota le aconseja escribir con martillo y cincel para recuperar la imaginación, la humorada está muy bien, pero es la representación del peso de los instrumentos en la creación. Que se entienda, estamos en una era de la información, si se me permite la obviedad, pero no imagino una biblioteca llena de borradores y notas en notebooks o celulares donde ir a buscar alguna idea, o dejar de legado a la humanidad como si ocurre con numerosos archivos personales que escritores han donado a algunas instituciones.
Además y aunque esté por combrobarse ya son muchos los psicólogos e investigadores que tratan de relacionar escritura con procesos cognitivos, destacando las ventajas de enseñar caligrafía e instalar el hábito de escribir a mano en los niños.
Por mi parte el habito puede confundirse con grafomanía, conservo infinidad de cuadernos, libretas y agendas que tienen proyectos, ideas, sueños, palabras sueltas o pequeños ejercicios de escritura. Por supuesto que solo tienen valor para mí y no dejo de imaginar que irán a la basura una vez que yo no esté como un destino inevitable, pero aún así para los que me preguntan por qué lo hago la respuesta es siempre la misma: escribir es un acto terapeutico, como caminar.

8.6.11

Homenaje a Rodolfo Walsh

Conmemorando el día del periodista, los metrodelegados del subte, la agrupación Hijos y el Gac (Grupo de arte Callejero) hicieron una intervención en la estación Entre Rios del subte para cambiarle el nombre simbolicamente por el de Rodolfo Walsh. El acto fue también el inicio de una campaña que se inicio pára que la legislatura porteña apruebe el cambio de nombre. Fue precisamente en esta esquina (Entre Rios y San Juan) donde Walsh despachó ejemplares de su Carta Abierta y fue detectado por las fuerzas represivas, que terminó en su secuestro y desaparición.
Está buena la iniciativa para sumarse. Les dejo algunas fotos del acto, tomadas de la Agencia Anred



5.6.11



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4.6.11

Sinatra está resfriado por Gay Talese


Frank Sinatra, con un vaso de bourbon en una mano y un pitillo en la otra, estaba de pie, en un ángulo oscuro del bar, entre dos rubias atractivas aunque algo pasaditas, sentadas y esperando a que dijera algo. Pero Frank no decía nada. Había estado callado la mayor parte de la noche y ahora, en su club particular de Beverly Hills, parecía aún más distante, con la mirada perdida en el humo y en la penumbra, hacia la gran sala, más allá del bar, donde docenas de jóvenes y parejas estaban acurrucadas alrededor de unas mesitas o se retorcían en el centro del piso al ritmo ensordecedor de una música folk que atronaba desde el estéreo. Las dos rubias sabían, como también los cuatro amigos de Sinatra, que era una pésima idea entablarle conversación cuando estaba de ese humor tan tétrico, un humor que le había durado toda la primera semana de noviembre, un mes antes de que cumpliera los cincuenta años.

Sinatra había trabajado en una película que ahora le desagradaba y estaba deseando terminar, harto de toda la publicidad que había rodeado sus encuentros con Mia Farrow, la jovencita de veinte años que esta noche no había aparecido todavía; estaba enfadado porque el documental televisivo sobre su vida, hecho por la CBS, y que se proyectaría dentro de dos semanas, según se murmuraba, se metía con su vida privada e incluso especulaba sobre su posible amistad con jefes de la mafia; y preocupado también por su papel de estrella en un show de la NBC, de una hora de duración, titulado “Sinatra: el hombre y su música”, que le impondría la obligación de cantar dieciocho canciones con una voz que en este preciso momento, unos días antes de que empezara la grabación, estaba débil, dolorida e incierta. Sinatra no se encontraba bien. Era víctima de un mal tan común que la mayoría de la gente lo hubiera encontrado insignificante. A él, en cambio, lo precipitaba en un estado de angustia, de profunda depresión, de pánico e incluso furor. Frank Sinatra tenía un resfriado.

Sinatra con catarro es Picasso sin colores o un Ferrari sin gasolina, sólo que peor. Porque los catarros corrientes roban a Sinatra esa joya que no se puede asegurar, su voz, y hieren en lo más vivo su confianza. No sólo afectan a su psique, sino que parecen provocar una especie de moquillo nasal psicosomático en las docenas de personas que lo rodean y trabajan para él, que beben con él y lo quieren y cuyo bienestar y estabilidad dependen de él. Un Sinatra acatarrado puede, salvando las distancias, enviar vibraciones a la industria del espectáculo y aún más lejos, casi como una enfermedad repentina de un presidente de los Estados Unidos puede sacudir la economía nacional.

Porque Frank Sinatra no sólo está involucrado en muchas cosas que implican a muchas personas –su propia compañía de películas, su compañía de discos, su línea aérea particular, su industria de piezas para cohetes, sus propiedades inmobiliarias en todo el país, su servicio privado de 75 personas–, una parte tan sólo, por lo demás, del poder que tiene y representa. Parecía, ahora, ser también la encarnación del varón completamente emancipado, quizá el único en Norteamérica, el hombre que puede hacer todo lo que quiere, cualquier cosa, y lo puede hacer porque tiene el dinero, la energía y ningún sentido aparente de culpa. En una época en la que parece que los más jóvenes lo invaden todo, protestando y pidiendo cambios, Frank Sinatra sobrevive como un fenómeno nacional, uno de los productos de preguerra que aguanta la prueba del tiempo. Es el campeón que supo hacer un “retorno” triunfal, el hombre que lo había perdido todo para luego recuperarlo, sin dejar que nada se le pusiera por delante, haciendo lo que pocos hombres logran hacer: desarraigó su vida, dejó a su mujer e hijos, rompió con todo lo que era familiar, aprendiendo sobre la marcha que el sistema para conservar a una mujer es no encadenarla. Ahora tiene el afecto de Nancy, de Ava y de Mia, el delicado producto femenino de tres generaciones, y conserva todavía la adoración de sus hijos además de la libertad de un soltero. No se siente viejo. Hace que hombres viejos se sientan jóvenes; les hace pensar que si Frank Sinatra puede, es que es posible. No quiere decir que ellos puedan, pero sigue siendo agradable para otros hombres saber que a los cincuenta años eso es posible.

Fuente: Letras libres

2.6.11

Nuevo número de la revista Sudestada.


Ya está en los kioscos el nuev número de la revista Sudestada, la publicación amiga de la zona sur. Una de las notas centrales es la bigrafía del cura Camilo Torres, una entrevista a Silvio Rodríguez, la fenomenal historia del tren sanitario y más. Se puede pispear un poco del contenido en la página de la revista http://www.revistasudestada.com.ar/web06/ Aunque mejor es comprarla, en la página aparecen todos los lugares de venta.