6.8.12

Buen viaje Chavela


A los 93 años victima de una insuficiencia cardíaca se fue de gira a los cielos Chavela Vargas. La cantante cuyo nombre real era Isabel Vargas Lizano había nacido en San Joaquín de Flores, Costa Rica, el 17 de abril de 1919. Luego se nacionalizaría mexicana.
Su carrera turbulenta donde los desamores y el alcohol compartieron camino fue rico y variado, tuvo el privilegio de compartir y tener en su lista de amistades más cercanas a algunos de los máximos exponentes artísticos e intelectuales mexicanos como Frida Kahlo, Diego Rivera, José Alfredo Jiménez, Agustín Lara y Carlos Monsiváis, entre otros, y de conocer el éxito con canciones como “Vámonos”, “Macorina”, “Ponme la mano aquí”, "El último trago", "Que te vaya bonito", “Noche de bohemia”, "La llorona", "Paloma negra", o “Volver, volver”.
Su pelo corto y sus pantalones a lo muchachito causaron escándalo en sus primeras apariciones públicas. Contra los prejuicios de la época y del machismo mexicano, Chavela nunca tuvo problema en mostrarse en público fumando y bebiendo. Algunos dicen que iba “calzada” con una pistola a la cintura. Más tarde, confesaría ser lesbiana.
“Nadie se muere de amor, ni por falta ni por sobra. Yo he tenido que luchar para ser yo y que se me respete, y llevar ese estigma, para mí, es un orgullo. Llevar el nombre de lesbiana. No voy presumiendo, no lo voy pregonando, pero no lo niego. He tenido que enfrentarme con la sociedad, con la Iglesia, que dice que malditos los homosexuales… Es absurdo. Cómo vas a juzgar a un ser que ha nacido así. Yo no estudié para lesbiana. Ni me enseñaron a ser así. Yo nací así. Desde que abrí los ojos al mundo. Yo nunca me he acostado con un señor. Nunca. Fíjate qué pureza, yo no tengo de qué avergonzarme… Mis dioses me hicieron así.”
Más de ochenta dicos son el legado de la cantante. Su último álbum fue un tributo al poeta español Federico García Lorca titulado “La luna grande”, combinó las palabras de García Lorca con las músicas que pueblan su propio repertorio musical.
Chavela recién debutó en la Argentina en septiembre de 1999, a los 80 años y cuando ya contaba con cuatro décadas de trayectoria, con un antológico concierto en el teatro Opera de Buenos Aires.
El cuerpo de la artista será incinerado y las cenizas serán esparcidas en su amado Tepoztlan, un bello poblado ubicado en el estado de Morelos.
Este vídeo clip es un fragmento de la película Frida en la cual Chavela tuvo una breve participación.
Vaya como un homenaje a la cantante.



Joaquín Sabina que le dedicó un tema Por el boulevard de los sueños rotos despide a su amiga.

Andaba dibujando en un cuadernito, una costumbre que recién adquirí, cuando vi por la televisión, encendida sin sonido, la imagen de Chavela. Di voz al aparato. Se nos fue, escuché. Y me cogió un llanto irreparable. Lo que nunca me había sucedido. Siempre me culpé por no ser capaz de llorar con la muerte de mis padres, pero esta vez me venció el desconsuelo. Yo nunca me tomé copas con mis ídolos: Bob Dylan, Leonard Cohen o Brassens. Y sí, con Chavela, con la que he cantado, nos hemos abrazado y reído hasta hartarnos. Todas esas veces cuentan y contarán siempre entre las más grandes cosas que me han sucedido en la vida. Será difícil, por ejemplo, olvidar cómo la conocí. Fue una noche de hace unos veinte años, en Madrid, en la sala Morasol. Dijo: Yo vivo en el bulevar de los sueños rotos . Y yo tuve que escribirle una canción con esa frase. Ya se había recuperado de su alcoholismo. Calculaba que había bebido algo así como 1,8 millones de botellas de tequila y solía decirme cuando me veía beberlo a mí: Joaquín, ese tequila tuyo es muy malo; el bueno de verdad ya nos lo bebimos José Alfredo Jiménez y yo . Al conocer la triste noticia, que todos veníamos anticipando, he sentido la necesidad de bajar al bar a tomar uno a su salud, aunque el brebaje sin ella siempre será de los malos. Aquella primera vez, pedí a Pedro Almodóvar que nos presentara. Al acercarme, escuché cómo él le contaba quién era yo, pues Chavela no tenía la menor idea.

La admiro desde niño , le dije.

Yo también le admiro mucho a usted, contestó. Ante la mentira, exclamé Vete a la mierda . Nos fundimos en un largo abrazo que nunca aflojamos hasta ayer mismo, incluso aunque no pudiéramos vernos en su última visita a España, un viaje que quizá no debió hacer, pues no estaba en condiciones.


No hay comentarios.: