18.11.10

Historias Mínimas: Gilda


Nunca hubo una mujer como Gilda. Mala como la peste. Su placer era mortificarle la vida a quien tenía alrededor. Cuando tuvo que elegir una profesión, se hizo manicura. Hacía sangrar a las clientas a propósito, por verlas altar en la silla nomás. Un día la llamaron para que le haga los pies a Damián. Los pies del chico le parecieron tan lindos, tan suaves, que no tuvo el coraje de lastimarlo. Por la mañana, al verlo desnudo en la cama, comentó al pasar ¿Sabés que yo pensaba que tu pitulín era más grande?
Ivana Arruda Leite

1 comentario:

Bahamut dijo...

era de esperarse, se dedicaba a los dedos, la critica al hombre...