7.11.10

Consejos para redactar reportajes de investigación periodística

Gracias a los oficios twitter de Sala de Prensa (el emprendimiento del incansable mexicano Gerardo Albarrán que puede encontrarse en @saladeprensa) pude conocer re-visto un blog sobre el periodismo de investigación auspiciado por una institución alemana. Inmediatamente la incorporamos a nuestras lecturas y te invitamos a conocerlo haciendo click en http://www.re-visto.de/

Entre otras cosas descubrimos ahi esta nota. Cómo redactar reportajes de investigación periodística escrita originalmente por Marcus Tanner, corresponsal del diario británico The Independent en esta región de Europa, lo que le llevó a cubrir la desintegración de la antigua Yugoslavia y la caída del comunismo en Rumania y Bulgaria y traducido por la gente de re-visto

Transcribimos los consejos.

■ Siempre que sea posible, trate de empezar con una introducción colorida en lugar de afirmando simplemente un hecho.
■ Busque una persona/ familia/ situación/ historia de interés humano con la que ilustrar el dilema/ hecho sobre el que esté escribiendo.
■ Si trata el tema de las mujeres que empiezan a tener hijos a los 40, comience mejor hablando de una de ellas que indicando que “el 20 por ciento de las mujeres que hoy en día dan a luz a su primer hijo tienen 40 años o más”.
■ Asegúrese de que la introducción refleja del resto de la historia. Debe ser un inicio relevante.
■ No basta con que la introducción sea colorida: ésta ha de servir de guía hacia el reportaje.
■ No se olvide de la introducción. Si nos ha presentado a Julia teniendo su primer hijo a los 41 años, resultaría poco satisfactorio que no volviera a aparecer. Avanzado el reportaje, el lector querrá más sobre ella, así que guarde algo de material/ datos para aportarlos en la conclusión.
■ Es fácil enamorarse de algún pasaje o hecho interesante pero no significativo para el resto de la historia.
■ Una introducción colorida es una buena forma de captar lectores. No vaya demasiado lejos.
■ Una introducción colorida no debe extenderse más allá de los uno o dos párrafos, pues de lo que se trata es de resaltar el punto substancial de la historia.
■ Esta segunda parte debe contener un diagnóstico conciso del fenómeno que desea describir. Debe ir acompañado de hechos, cifras y porcentajes.
■ La segunda parte de tu reportaje debe estar dotada de la mayor cantidad posible de hechos firmes. En este espacio es fundamental que nada sea vago, carente de fuente, descontextualizado o impreciso.
■ Contextualice todos los datos relevantes. No escriba: “100.000 personas han perdido sus empleos en los últimos años”; sino: “de acuerdo con los datos para 2009 de la Cámara de Comercio, 100.000 personas se han quedado sin trabajo durante los pasados 12 meses, la mayoría de ellas en el sector del transporte. En consecuencia, el número de desempleados se situaba a principios de 2010 en 350.000, lo que equivale al nueve por ciento de la población activa”.

Sea escueto con los títulos

■ Los títulos personales largos roban espacio valioso. No desperdicie palabras presentando a profesionales y a políticos con el nombre completo de sus cargos.
■ No hace falta que escriba “John Smith, secretario de Estado de Economía, Exportaciones, Importaciones, Negocios y Comercio”. Diga, simplemente, “John Smith, ministro de Economía”. Son cinco palabras contra 12.
■ Evite el título de presidente a no ser que se trate del jefe del Estado o de alguien que ocupe una posición similar, por ejemplo, el presidente de la Corte Suprema. Opte por director, directivo, jefe, representante, responsable.
■ Así, en lugar de “presidente del consejo ejecutivo de la empresa química Glaxo”, escriba “representante de la química Glaxo”.
■ No llame “doctor” a los citados a no ser que sean médicos.
■ Use director, y no director jefe, etc.

Exponga los datos correctamente

■ Compruebe todos los datos y cite a las fuentes cuando sea necesario.
■ Esto es aplicable a datos poco conocidos, controvertidos y discutidos.
■ Si parece que está siendo descuidado o evasivo con sus datos, el reportaje podría venirse abajo.
■ No pierda el tiempo indicando fuentes de datos poco peliagudos.
■ No hace falta, por ejemplo, que diga de dónde ha sacado el número de habitantes que tiene un país.
■ Algunas estadísticas, como las del desempleo, deben citarse junto a una corta referencia a la fuente porque de trata de datos que sí generan cierta controversia. Solemos querer saber de dónde proceden las cifras, es decir, si son de la Cámara de Comercio, del Ministerio de Trabajo, etc.
■ Exponga detalladamente las fuentes cuando se trate de cuestiones más complejas, controvertidas o discutidas.

Déle el tono adecuado

■ Trate de no sonar ni como un informe de la Unión Europea, es decir, seco y oficial, ni como un periódico sensacionalista.
■ Evite el presente (“La enfermera me está persiguiendo”).
■ Evite los puntos suspensivos (“La miré a los ojos…”).
■ No abuse de las exclamaciones (¡Tenía aspecto de loca!).
■ Evite las cursivas, las repeticiones y las mayúsculas (“Alguien está gritando… ¡Alguien está GRITANDO!”).
■ No haga uso de comparaciones exageradas; no compare una mala estancia en un hospital con una prisión o un campo de concentración nazi.
■ No equipare a unos funcionarios malhumorados o desagradables con Hitler.
■ tilde de fascista a nadie aunque él mismo se designe de tal modo.
■ No sea paternalista: no llame abuelita a una mujer mayor ni utilice su nombre de pila para referirse a ella como si tratara de una niña. Lo mismo vale para los hombres mayores, los campesinos, la gente pobre, etc.
■ Reduzca las lágrimas al mínimo.

No se lo tome como algo personal

■ No hay espacio para el autor en su propia historia. Éste debe colocarse en el lugar más discreto y neutral posible, no en primer plano.
■ Si la palabra “yo” aparece en cada párrafo, algo va mal. La única excepción para esto es que se convierta usted en el protagonista del reportaje, por ejemplo, vistiéndose de mendigo con el fin de comprobar cómo reacciona la sociedad ante los pobres.
■ No cite sin nombrar a la fuente.

Terminando

■ No reduzca el ritmo o deje ver que pierde el ímpetu.
■ Muchas veces, acabar con una cita es un buen recurso.
■ El final ha de referirse de algún modo al principio.

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