21.8.08

Sobre Callejeros y el discurso del yo no fui.

Esta semana empezó el juicio por la masacre de Cromañon. A veces pienso que la diferencia entre estar vivo y no es infima. No estuve en Cromañón pero si en otro boliche de Chabán, en Cemento, y les aseguro que no era mejor. Para nada. Pero ese día había un concierto a favor de Cerdos y Peces y algunos de los tocaron ese día le han dado la vuelta la cara. También estuve en boliches bailanteros de la provincia de Buenos Aires y las condiciones distaban de transformarlos en un lugar seguro. Y así puedo recordar infinidad de lugares a los que aún hoy entro y miro pensando como escapar de ahí.
Se que ya estoy viejo para repetir lo que yo llamo algunas liturgias del rock. Quizás por eso me cuesta pensarme dentro del mismo bando de los Callejeros. Dicen los chicos que los mató la corrupción y no el rock and roll. Totalmente de acuerdo, los funcionarios, de los chicos a los grandes, tienen que hacerse cargo de su culpa, también el empresario inescrupuloso que ganó con el rock pero también hay que hacerse cargo del público. Digo, estos chicos de Callejeros no pueden alentar el uso de bengalas y no hacerse cargo de lo que hacen luego. No pueden seguir tocando luego impunemente y llenandose de dinero. Quizás habría que haber parado la pelota y pensar un toque qué hace realmente.
El rock se ha vuelto un negocio sucio con muchos carcamanes dando vuelta. Y hay gente que se ha transformado en una replica del personaje de Capusotto, Pomelo en plan dramatico.
En el excelente blog Stay free dejaron de colgar musica y pusieron un post buenisimo que rescata esta culpabilidad del grupo. Apoyandose en pruebas concretas como declaraciones de los musicos queda claro que ellos apoyaban el uso de las bengalas y que no cuidaron a sus chicos.
Te transcribo algunos parrafos del post pero te recomiendo leerlo entero. Vale por que está escrito por alguien que está dentro de la cultura rock y sabe de qué habla.

"Con el hecho consumado, la postura de Callejeros fue clara desde un principio: ellos son el mago del casamiento. Llegan, tocan y se van. Con el resto no tienen nada que ver, ni quieren tener que ver, ni nunca tuvieron que ver. Y así ad infimitum.
La demostración por el absurdo de que no sabían nada, no organizaban nada, no tenían responsabilidad sobre nada, y un largo etcétera, es que sus propias familias los estaban acompañando el día que pasó lo que pasó. Pues veamos: si alguien mata a un familiar, con o sin intención, el homicidio está agravado por el vínculo, no atenuado. Que hayan llevado a madres, tías, hermanas y novias a la serie de recitales de diciembre de 2004 no prueba la "inocencia" de la banda: más bien expone el extremo de su irresponsabilidad ante todo aquel que quiera verla.
No es serio echarle siempre la culpa al otro, y menos al Estado, que en realidad es el "no-otro" por antonomasia. Responsabilizar al Estado sin mirar para adentro es tan facilista como putear al árbitro de un partido de fútbol: nadie lo va a defender, ni por convicción ni de oficio. Es una figura cuya función en este tipo de casos es servir como chivo expiatorio para que algunos sacien su sed de venganza y que, pasado el momento de furia, nada cambie. En resumen: agarrársela con el Estado es jugar el juego que más le conviene al propio Estado.
Prender una bengala en un lugar cerrado, o alentar, tolerar y hacer la vista gorda ante esa conducta no es un derecho. Está más bien cerca de lo delictivo. Ese tipo de accionar peligroso y suicida bien podría interpretarse como síntoma de carencias mucho más graves y profundas. ¿Del Estado nacional y municipal? Posiblemente. Pero también y de manera más notoria del entorno familiar y social.
El discurso de algunos padres de víctimas y sobrevivientes hace hincapié en que sus hijos simplemente estaban ejerciendo su "derecho a la alegría", a "divertirse" y que en medio de su algarabía juvenil llegó un Estado malo-malo-malo y los mató.
Pero si preferimos desechar esa explicación, que de tan pueril no causa ni indignación, y abordamos el asunto desde una óptica adulta y no impostadamente adolescente, podríamos pensar otra cosa. Por ejemplo, que algunos de los sobrevivientes forman parte de un pacto de silencio para proteger a los que tiraron las bengalas. ¿Es creíble que ninguno de los que estuvieron allí esa noche pueda aportar un simple dato para identificar a los que tiraron pirotecnia?
Sobre el tema, una ex empleada de Cemento aseguró que "las bengalas son ingresadas, por lo general, por los invitados especiales, dado que en los lugares VIP no se hace el cacheo. En República Cromañón las bengalas llegaron del primer piso. Muchas veces los invitados las ingresan a pedido de los más fanáticos de los grupos de rock y después se las entregan a los chicos”.
En diciembre de 2006, un testigo había declarado ante la justicia que "la mamá de Pato (por Fontanet) era la que les pasaba las bengalas a los chicos". A las pocas semanas encontró una amenaza en su contestador telefónico. “Dejá de hablar en contra de Callejeros”. Poco tiempo más tarde, un auto lo interceptó cerca de su casa. Bajaron dos jóvenes y le robaron plata y el celular, además de golpearlo. Antes de dejarlo ir, le repitieron la misma frase que le habían dejado en el contestador de su casa. Hace unos meses, la banda intentó descalificar a este mismo testigo acusándolo de falso testimonio. La justicia lo sobreseyó y advirtió que "no existen elementos de prueba cuya contundencia quite credibilidad al testigo, cuyo relato resulta conducente con aquellas circunstancias descriptas por los inspectores". La elocuencia del caso describe lo que sucede cuando se intenta tapar el sol con el dedo.
El paradójico status quo post-Cromañón indica que Callejeros pudo volver a grabar (ya dos discos) y volver a tocar (un puñado de veces desde mediados de 2006), mientras que a las cientos de bandas chicas que recién empiezan y no convocan más de 100 personas se les hace prácticamente imposible cumplir con los barrocos requisitos que el estado de la ciudad exige actualmente. Por este motivo, los lugares que albergaban shows de rock a pequeña escala prácticamente han desaparecido.
Ah, y el martes pasado empezó el juicio. Si me preguntan, tiene toda la pinta de ser una farsa que no servirá para nada, pero igual imagino que lo tienen que hacer para crucificar a alguien (Chabán tiene todos los boletos). Y miren qué pintoresco lo que declaró el bueno de Carbone, el saxofonista, ayer. Le preguntaron a qué se dedicaba antes de entrar a la banda y afirmó que era herrero, pero tuvo que dejar de trabajar de ello porque era "peligroso por las chispitas".

Si no hubiera 200 muertos, casi que era para reirse, ¿no? "

Otra muy buena nota acá

1 comentario:

TIERNO dijo...

Es una muy interesante mirada con la que coincido en un 87%. De todas formas al no haber todavía condena o absolución firme, tiene este escrito un valor grande al hacer sonar las campanas de los "mea culpas" que nunca hicimos/hacemos los que de alguna manera u otra, formamos parte de este "circo" del rock and roll.
El 13% restante debo callarlo, sepa disculpar.