25.4.09

Homenaje a Oesterheld

Lunes 27 de abril en El General Avenida Belgrano 561 entre Perú y Bolivar




DOS HISTORIAS

La primera historia de El Eternauta cuenta que eran cuatro amigos jugando al truco una noche en un chalet de Vicente López. En el piso de abajo dormían Elena y Martita, la mujer y la hija de Juan Salvo, que acababa de tener 33 de mano. Parecía que el ancho de espada era lo más duro que habría que enfrentar esa noche; pero no. Desde la calle vino el ruido de un choque y enseguida el silencio. Un silencio que sobresaltó a los cuatro. A través de la ventana caían copos de nieve. Raro para Buenos Aires. Claro, no era nieve exactamente. El cielo estaba escupiendo alguna sustancia mortal. Desde la buhardilla, los ocho ojos vieron coches volcados, gente tirada. Muertos con sólo un sutil contacto con la nieve. En poco tiempo supieron que no era algo de este mundo: estaban ante la primera avanzada de una invasión extraterrestre. Encerrados en esa casa, se supieron unos de los pocos sobrevivientes. Después, peleas y peleas contra los enviados de un enemigo casi invisible: los Ellos.
Al final, Juan Salvo es arrojado a otra dimensión del tiempo y el espacio, convertido en el Eternauta.
Allí buscará a Elena y a Martita. Eternamente.




La segunda historia habla de un hombre Hector German Oesterheld que asomó al mundo en 1919 en Buenos Aires. Que estudió geología. Que escribió cuentos infantiles: se vio su nombre en la revista Gatito y en la colección Bolsillitos. Que también escribía sobre ciencia. Un día, en la editorial Abril, le proponen hacer guiones de historietas. Su firma empieza a aparecer en las revistas Cinemisterio, Rayo Rojo y Misterix, fechadas en 1950. El hombre que escribe en un chalet a una cuadra de la estación de Beccar tiene cuatro hijas. Entre 1957 y 1959 el hombre de la segunda historia escribe la primera. En los 70 empieza a militar en Montoneros. Y sigue escribiendo guiones. En 1977 las Fuerzas Armadas los secuestran a él, a sus cuatro hijas —dos estaban embarazadas—, a dos yernos, y a dos de sus nietos, que son devueltos.
Los Ellos tienen cara: son personajes de la historia argentina.
Su esposa, Elsa, es retenida en esta dimensión del tiempo y del espacio.
Aquí buscará a Héctor Oesterheld y a las chicas. Eternamente.




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